viernes, 22 de noviembre de 2013

LOS RETORNOS A LA NATURALEZA 1


Ideas acerca de Postapocalipsis y retorno a la naturaleza.



Hubo un tiempo en el que parecía que el Apocalipsis acabaría con toda la vida humana sobre la tierra. Sin embargo, este horizonte carece de interés narrativo e imaginativo, ya que es difícil concebir una historia sin protagonistas humanos. 
Se dice a menudo que si un holocausto nuclear arrasara la vida en la tierra, solo las cucarachas podrían prosperar en esas extremadas condiciones. De momento las sociedades cucarachiles no dan indicios de cultura de ningún tipo y si el hombre falta, no sabemos quien escribirá la historia. 
Para acercarnos a lo que podrían ser las historias de un mundo sin humanos, nada mejor que leer las vidas de las hormigas, las termitas y las abejas del escritor Maurice Metterlink. (Si bien es cierto, que tras el desastre apocaliptico ni siquiera el mismisimo Metterlink podría sobrevivir y dificilmente podría escribir nada).



Condenados a un mundo sin historias posibles y sin gente, y gracias a las perspectivas catastrofistas maltusianas, la paleontología, los neandertales, Darwin y otros, que nos mostraban un mundo en el que la gente no es indispensable; algunas mentes comenzaron a pensar en que tras el Apocalipsis era mejor que se salvaran unos cuantos. Esto ya se había visto con anterioridad: leasé al respecto la famosa historia de Noé y sus hijos en el diluvio universal, igualmente la historia de Sodoma y Gomorra y tambien podemos ver el ejemplo de los Testigos de Jehová con sus 144000 elegidos, los 12000 hijos de cada una de las 12 tribus de Irsrael. (Nada es mas edificante que ver las hermosas páginas de la revista Atalaya para ver como se vive de bien tras el Fin del mundo...)

La vida humana tras el fin del mundo es, por lo tanto, un terreno imaginativamente fértil. 

El periodo inmediatamente tras el Apocalipsis se presenta inevitablemente trágico, cruel, duro, inclemente y todos los adjetivos de este tipo que se nos ocurran. Todo se ha estropeado, hay contaminación, hace frío o mucho calor y sequía. Hay que procurarse cobijo, abrigo y alimentación, protegerse de los animales salvajes, los perros hambrientos y los otros seres humanos que nos intentarán robar, matar y comer (el hombre es un lobo para el hombre...). La urgencia hace que no podamos mirar mas allá de la mera supervivencia.  Estamos al límite. La vida opulenta y fácil de las sociedades preapocalípticas se ha terminado, nadie te procurará comida nunca mas, ni cobijo, ni abrigo. Hay que valerse de uno mismo y de la ayuda de los allegados. Ale-Hop! De repente la vida como siempre había sido. 

Podemos pensar que el surgimiento de estas ideas “negativas” es fruto de la mala idea, de ansias eugenésicas y egoistas (que se muera la gente para tocar a mas, sin que yo lo vea). 
Pero tambien podemos intuir que los modos de vida actuales, de domesticación, en los que somos receptores de suministros y hemos perdido el conocimiento, la soberanía y el control de nuestras vidas en muchos aspectos básicos, mueven a la gente a reflexionar: 
¿Como tener un mayor contacto con el medio, con la alimentación, como construir un cobijo, como conocer el entorno y los recursos? ¿Sería bueno llevar una vida mas autoconsciente de estos aspectos?
El género postapocaliptico, enfrenta a la gente con estas ideas en un paisaje radical pero desde el entorno incruento de la ficción, con un cómodo libro en las manos, que no está frío, ni muerde.  
Es el resultado de dudar (con todo el sentido común) de la persistencia de los modos de vida tal y como los conocemos. El periodo de crisis actual, nos muestra un mundo mas frágil, sujeto a avatares que no están bajo nuestro control y que nos afectan personalmente. No era el fin de la historia como sugería Fukuyama, un liberalismo de mercado Tacheriano repitiéndose hasta el fin de los tiempos, progresando, progresando, progresando... 
Esto ya se ha comentado hasta la saciedad, caen las torres gemelas y nos damos cuenta de que la historia puede serguir pero que puede que se escriba en otro idioma, con otro alfabeto...
El género postapocalpitico está unido al sentimiento ecológico, como en su momento lo estuvieron las historias sobre la guerra total de los setenta y ochenta.
Es un retorno a la naturaleza entre otros posibles, solamente que este “ahora” parece probable.
Las visiones de los tsunamis, tifones, huracanes nos dan mas claves para entender la fragilidad del mundo sobre el que vivimos, pues la estabilidad no existe si pensamos en tiempos geológicos.
























3 comentarios:

  1. Me hace gracia que cuando se habla del apocalípsis se tiende a decir que el Mundo se acaba. Y no es cierto. Por lo general se habla de que nos acabamos nosotros, el Mundo va a seguir siendolo después de que el Hombre ya no pueda habitarlo. El Mundo puede serlo de muchas formas, permitiendo más o menos vida en él, pero para nosotros no existen muchas posibilidades. Por lo que hemos de ser más conscientes del equilibrio en que nos movemos. ¿Qué opinas?

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  2. Pues uno de los movimentos hacia este equilibrio (a conectar con lo natural) es el que está implícito en el recorrido por estas visiones postapocalípticas.
    Una necesidad de sentir y experimentar lo esencial, lo básico, lo primario, la intemperie. "Sublimado" como una ficción sobre un futuro temible, una proyección hacía adelante en el tiempo, un ensayo mental de un porvenir posible.
    Como otras posibles: el deporte extremo en la naturaleza, el idilio rural de la campiña inglesa, el anarcoprimitivismo...
    Solamente que en este caso (postapocalípsis) con la presencia del sentimiento de amenaza en lo natural, la inclemente e indómita naturaleza, las negligencias y las amenazas humanas, el cuestionamiento de los modos de vida, la crítica a la tecnologización acrítica, etc.
    Es decir degustamos el apocalipsis para poder pensar: que hacemos mal, en que podemos y deberíamos cambiar, que pasaría si hubiese una catastrofe, llegará algún día el final de este extraño mundo de comodidades para unos (nosotros por ahora) y sufrimientos para muchos...

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  3. Hemos domesticado tanto nuestro entorno que parece que hemos convertido nuestra existencia en una vida virtual, como si la jugaramos en un videojuego, como en la película Nivel 13 dirigida por Josef Rusnak en 1999. Algún día veremos una cobra y diremos: "¡Uy! ¡Qué bichito más simpático!". Y hasta querremos acariciarlo. En las ciudades y en su entorno, y principalmente en los países desarrollados, hemos sustituido los peligros naturales por peligros que se ha inventado la civilización. De tal suerte que si un proceso apocalíptico nos dejara sin el amparo de las comodidades, no sabríamos, como bien dices, hacernos un cobijo -ya nadie se construye su casa-, alimentarnos -qué comer en un bosque, dónde encontrar y cómo matar un animal-, abrigarnos -sin comentarios-.

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