sábado, 15 de marzo de 2014

Tormenta en el canal de la mancha III






















A las 7,30 de la tarde salimos por fin del barco. Ya es de noche, Sobre el terreno vemos que los montones de nieve en los laterales del carril llegan al retrovisor del coche. Estamos decididos a emprender la ruta hacia España. Sin embargo, en la rotonda de salida de las instalaciones del puerto, un grupo de personas encaminan a todos los vehículos hacia el edificio de la terminal marítima. 
Aparcamos entre coches sepultados por la nieve y caminamos hacia el edificio. En la puerta nos espera la Cruz roja francesa. Un voluntario nos acompaña hasta una mesa donde dejamos nuestros datos, nos informan de que todos los accesos a la ciudad están bloqueados y que es imposible salir de la terminal.
La autopista se ha convertido en una ratonera y hay 1500 coches atascados en la nieve.
Tampoco ho hay trenes, ni autobuses y mucha gente se ha refugiado en las estaciones, albergues y pabellones deportivos. 

























-¿Ha sido muy duro estar en el barco?-Nos preguntan varias veces.
Nos llevan a una sala habilitada a modo de comedor, donde podremos cenar. Por todos lados podemos ver gente sentada, hablando, tumbada en alguna de los centenares de camas de campaña que ha preparado la Cruz roja.
Nuestro dormitorio está situado en la segunda planta, es un gran salón acristalado con vistas al puerto. Hace frio y vamos al coche a recoger los sacos de dormir, cepillos de dientes y ropa limpia.





















Sobre cada una de las camas de lona azul y patas plegables de aluminio, hay dos mantas marrones.
Dormiremos en este albergue improvisado, rodeados de gente. Un hombre ronca, la gente habla en voz baja, incluso algunos llegarán ya tarde, borrachos, despues de tomarse unos tragos de mas en la cantina.

A la mañana siguiente desayunamos en el comedor: croisant, cafe, jamon york, compota de fruta... todas las conversaciones giran sobre cuando será posible salir de la ciudad.
Nos cuentan que vendrá el ejercito a trabajar para conseguir restablecer cuanto antes el tráfico y ayudar a la gente que sigue atrapada.
Salimos a dar una vuelta por la ciudad, nos calzamos las botas y bajamos hasta el coche. Es imposible conducir por la ciudad, hay calles cerradas, coches atascados en las aceras, regresamos al puerto, aparcamos y salimos de nuevo esta vez caminando.





















Buscamos comprar algo de comida para el viaje hasta casa e informarnos del estado de las carreteras y de la previsión del tiempo. 
En una tienda compramos la prensa local; el titular, Apocalipsis snow, es muy ilustrativo del caos que se ha generado. En las páginas principales, la noticia del barco atrapado 49 horas en medio de la tormenta.



























Es una mañana luminosa y soleada. A pesar del frio se está bien en la calle. Podemos disfrutar de la ciudad, medio paralizada por la nieve. 
Buscamos un lugar con conexión a internet y vemos que la tormenta se desplaza hacia el sur.  





















Al regresar a la terminal podemos hablar con un voluntario de la Cruz roja. Al parecer la carretera local de la costa puede estár abierta y practicable.
Cuando se lo comentamos al responsable, nos dice que no considera que eso sea posible y que debemos esperar.

-Quizas mañana por la mañana. Hoy por la tarde llega el ejercito y será posible emprender la marcha en ese momento- Nos dice.

Nosotros pensamos que el mejor momento para salir es ahora, cuando comienza a deshelar. Mañana, a primera hora, el agua derretida puede estar nuevamente congelada como el cristal.
Con la incertidumbre del estado real de las carreteras nos decidimos a partir. Nos siguen siete u ocho coches. Cruzamos Cherbourg y salimos por una pequeña carretera bien señalizada. Todo está nevado pero el firme está limpio. Por todos lados vemos los efectos de la gran nevada. En la primera parte del recorrido vemos al menos un centenar de vehiculos volcados o abandonados en las cunetas, de algunos solo se ve el retrovisor sobresaliendo entre la nieve. 
En una pequeña gasolinera me dicen que no ha llegado nadie desde la zona sur y no saben hasta donde está limpia la via. Poco a poco a 30 km. hora vamos superando las placas de hielo, los cruces con otros vehículos en la estrecha pista, y a unos 200 km. de 
Cherbourg y tras cinco horas de marcha, nos incorporamos a la autopista. Todavia nos quedan unos 1300 km. hasta casa y ya son las 7 de la tarde. 
En un área de servicio tomamos y café y nos encontramos con unos Irlandeses de Cork que viajaban con nosotros en el Oscar Wilde; van a quedarse en la Bretaña unos días antes de volver a Irlanda.
El viaje se hace monótono, intentamos turnarnos para conducir pero estamos cansados.

Cerca de la media noche, paramos a dormir y a tomar un café en una gasolinera destartalada de Las Landas. Una hora mas tarde regresamos a la autopista que está en obras de aquí en adelante. Los cambios constantes de carril son agotadores, los bordes están apenas señalizados, llueve suavemente, el agotamiento y la noche hacen la conducción incómoda y peligrosa.

Cruzamos la frontera y paramos otra vez a dormir.
Tras una hora adormilados reanudamos el camino. Despues de atravesar los túneles de la autopista de peaje, comenzamos a ver que los paneles luminosos informan de nieve. La lluvia se ha convertido en una nevada que cubre suavemente la carretera. En Burgos la nevada es muy intensa y la visibilidad se reduce al mínimo. No durará mucho, unos kilómetros mas tarde, cerca de Palencia, comienza a amanecer y el cielo se despeja. Ya no hay mas nieve.
Llegamos a casa a las 10,30 de la mañana. 

Habíamos salido el Domingo a las 9 de la mañana y llegabamos a casa el Jueves siguiente tras 5 días de viaje.

Es un día soleado y, para ser Marzo, hace calor.

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